ARTICULO PUBLICADO EN LOGORED AGOSTO
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Los pasos que damos en la vida siempre nos llevan hacia algún lugar. A cada instante tomamos distintas decisiones, sin embargo, hay decisiones que implican un antes y un después. Son procesos por los que pasamos y nos van transformando. Nos acercan o nos alejan de nosotros mismos. A medida que vamos creciendo, vamos tomando cada vez mas conciencia de ese camino y de nuestra responsabilidad en él. Siempre sabiendo que la responsabilidad no es una carga sino que justamente es lo que nos permite ser libres, responder con nuestras decisiones.
El misterio de la vida es como el misterio del mar. En la superficie todo es alborotado, todo es revuelto, todo esta en pleno movimiento. Pero en lo mas profundo, hay quietud, hay tranquilidad, hay plenitud. Nuestros pensamientos nos llevan a dualidades, a tormentosas discusiones con nosotros mismos. Pero desde lo mas profundo de nosotros, la respuesta es unánime, sincera y verdadera. Claro que atreverse a bucear implica superar muchos miedos y barreras. Pero, los caminos fáciles nunca han llevado a lugares felices y los atajos solo son desvíos.
Los grandes cambios en la vida de un hombre están marcados por profundos dolores que pueden vivirse como aprendizajes o como momentos que nos detienen en nuestro crecimiento. Y los momentos difíciles, son como el proceso de dar a luz de una madre. Durante el alumbramiento, la madre sufre un gran dolor pero es el paso hacia una nueva vida. Esto nos muestra, que aunque este naciendo una nueva vida, el proceso implica dolor. Son las dos caras de una misma moneda. Y ver el lado positivo de las crisis no implica dejar de ver y afrontar su aspecto doloroso. Sin tampoco caer en el naufragio del dolor en si mismo.
Claro que en cada camino que elegimos, debemos diferenciar si es un camino de luz o de sombras, un camino de transformación o de todo lo contrario. Nadie elige la destrucción como algo bueno en si mismo. Sino que la imagen se puede ver distorsionada por nuestros miedos, nuestras barreras, nuestros propios campos de concentración.
¿Sobre que valores tomamos nuestras decisiones? ¿Nuestro camino? ¿Sobre la luz o sobre la oscuridad? ¿Sobre el amor o sobre el temor? Los valores son los pilares desde donde nos construimos. Y todos estamos en esta tensión entre el bien y el mal, la luz y la oscuridad, el camino fácil o el verdadero. “El infierno y el paraíso dentro de uno esta”. Nosotros debemos ir eligiendo.
Hay muchas formas de construir un camino. Y esta búsqueda se hace desde el silencio de la soledad pero con la ayuda de nuestros maestros (las personas que nos encontramos, nuestros amigos, nuestros enemigos). Que extraña es la contradicción del hombre: aquellos que todo saben, menos comprenden a los demás… los que quieren entender todo con la razón, se vuelven locos… los que saben todo del amor, no conocen la intimidad… los que con una abierta asexuada sexualidad, se cierran al amor.
Sócrates diría: “Solo se que no se nada”. Y desde esa nada, se inicia la búsqueda. El que todo sabe, nada busca…
Diego, un amigo, me contó una leyenda que nos apela a todos a tomar conciencia, saber que no sabemos nada y seguir buscando. La leyenda habla de un viejo cacique de una tribu que estaba teniendo una charla con sus nietos. Él les dijo: “¡Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí!... ¡es entre dos lobos! Uno de los lobos es maldad, temor, indiferencia, egoísmo, envidia, avaricia, arrogancia, culpa, resentimiento, mentiras, orgullo, egolatría, competencia, superioridad, juicios y prejuicios. Y el otro es Bondad, Alegría, Paz, Amor, Esperanza, Humildad, Dulzura, Generosidad, Benevolencia, Amistad, Empatía, Verdad, Compasión y Fe. Esta misma pelea está ocurriendo dentro de ustedes y dentro de todos los seres de la tierra.” Lo pensaron por un minuto y uno de los niños le preguntó a su abuelo: “¿Y cuál de los lobos crees que ganará?”. El viejo cacique respondió, simplemente...“El que tu alimentes.”
Saber que no sabemos nada, porque nos podemos equivocar… Y que la búsqueda empiece dentro de cada uno. Que la búsqueda empiece… Porque en esa serena profundidad de nuestra alma, esta siempre la respuesta…