lunes, 17 de octubre de 2011

MAGIA Y BIBLIOTERAPIA

MAGIA, J.K. ROWLING y BIBLIOTERAPIA

LA FUENTE DE LA BUENA FORTUNA

Los mitos y los cuentos son los grandes testimonios de nuestra cultura y de nuestra historia. En cierta forma, los valores encarnados en los cuentos son “dulces coberturas que nos permiten tragar píldoras amargas” diría Milton Erickson. En los cuentos podemos encontrar alternativas, vivencias, experiencias, creaciones, significados y sorpresas. Quiero compartirles el siguiente cuento para que cada uno pueda vivirlo, sentirlo y compartirlo. Es un cuento de la autora J.K. Rowling, creadora del mundial Harry Potter que dentro de una de sus publicaciones totalmente benéficas incluye la siguiente historia, que paso a resumirles:

LA FUENTE DE LA BUENA FORTUNA

(J.K.Rowling)

“Dice el cuento que sobre lo alto de una colina se hallaba un jardín encantado donde manaba la fuente de la buena fortuna. En un día particular del año, entre el amanecer y el ocaso, se permitía que un solo desdichado pudiera bañarse en sus aguas y gozar de buena fortuna por siempre jamás. El día señalado, centenares de personas habían concurrido y tres brujas se encontraron allí, cada una con su aflicción. La primera, llamada Asha, pretendía curarse de una enfermedad incurable. A la bruja conocida como Altheda, le habían robado su varita, su oro y quería poder recomponerse. Y la tercer bruja, llamada Amata, quería aliviar el dolor y su añoranza por un joven que la había abandonado.

Cuando se empezó a formar la grieta que dejaría pasar al afortunado, unas enredaderas que crecían en el jardín, al otro lado del muro, serpentearon entre la muchedumbre y se enroscaron alrededor de la primera bruja, Asha. Ésta agarró por la muñeca a la segunda bruja, Altheda, quien a su vez se aferró a la túnica de la tercera, Amata. Y Amata se enganchó en la armadura de un caballero de semblante triste que se vio arrastrado también. Asha y Altheda se enfadaron con Amata, porque sin querer había arrastrado a aquel caballero, y ya era difícil la decisión a tomar sobre quien se bañaría en la fuente para reparar su fortuna. El caballero, Sir Desventura, como no era brujo, sabía que no tenía oportunidad contra las 3 brujas. Por lo que quiso abandonar la búsqueda y volver con el resto. — ¡Hombre de poca fe! —Lo reprendió Amata—. ¡Desenvaina tu espada, caballero, y ayúdanos a lograr nuestro objetivo!

Y así fue como las tres brujas y el taciturno caballero empezaron a adentrarse en el jardín encantado. El primer obstáculo que encontraron era un monstruoso gusano blanco, abotagado y ciego. Al acercarse las brujas y el caballero, el gusano volvió su asquerosa cara hacia ellos y pronunció estas palabras:

“Entregadme la prueba de vuestro dolor”

Sir Desventura desenvainó la espada e intentó acabar con la bestia, pero la hoja se partió. Los hechizos que profirieron las brujas tampoco sirvieron de nada. Como no había nada que hacer y el tiempo se acababa, Asha rompió a llorar. Entonces el enorme gusano acercó su cara a la de Asha y se bebió las lágrimas que resbalaban por sus mejillas. Cuando hubo saciado su sed, se apartó deslizándose suavemente y se escondió en un agujero del suelo.

Los aventureros continuaron el camino sabiendo que tenían que llegar antes del mediodía. Y se encontraron con una empinada ladera donde vieron unas palabras escritas en el suelo:

Entregadme el fruto de vuestros esfuerzos.

Los cuatros ascendieron y ascendieron varias horas, pero la cumbre no estaba mas cerca, como si dieran vueltas en círculo sin notarlo, ya que el cartel les volvía a aparecer. Altheda que no quería rendirse, comenzó a acelerar el paso y comenzó a alentar a sus compañeros secándose el sudor de la frente. Cuando las relucientes gotas de sudor cayeron al suelo, la inscripción que les cerraba el paso se esfumó y comprobaron que ya podían continuar subiendo.

Luego, se encontraron con un arroyo que les cerraba el paso y en el cual no podían sumergirse. En su entrada, una inscripción decía:

Entregadme el tesoro de vuestro pasado”

Amata fue la primera en entenderlo. Agarró su varita, extrajo de su mente todos los recuerdos de momentos felices compartidos con el joven del que estaba enamorada y que la había abandonado, y los vertió en el agua. La corriente se llevó sus recuerdos y en el arroyo aparecieron unas piedras que formaban un sendero.

Se encontraron finalmente en la cima de la colina. La fuente brillaba ante ellos, entre hierbas y flores de una belleza y una rareza extraordinarias. El cielo se había teñido de rojo rubí. Había llegado el momento de decidir quién de ellos se bañaría en la fuente. Pero, antes de que tomaran esa decisión, la frágil Asha cayó al suelo. Extenuada por la agotadora escalada, estaba a punto de morir. Entonces Altheda se apresuró a recoger todas las hierbas que le parecieron útiles y le dio a beber una poción a Asha. Entonces Asha se incorporó y al cabo de un instante ya se tenía en pie. Más aún, todos los síntomas de su terrible enfermedad habían desaparecido. — ¡Estoy curada! —Exclamó— ¡Ya no necesito bañarme en la fuente! ¡Que se bañe Altheda! Pero ésta se encontraba muy entretenida recogiendo más hierbas en su delantal. — ¡Si puedo curar esa enfermedad, ganaré muchísimo oro! —exclamó—. ¡Que se bañe Amata!

Sir Desventura la invito a Amata a acercarse a la fuente, pero ella se negó. Ya que comprendió que aquel joven había sido cruel y desleal y que en realidad debía alegrarse de haberse librado de él. Entonces ella cedió su lugar al caballero como recompensa de su valentía. El caballero avanzó bajo los últimos rayos del sol poniente y se bañó en la fuente de la buena fortuna, asombrado de ser el elegido entre centenares de personas y sin dar crédito a su gran suerte.

Finalmente, Sir Desventura emergió de las aguas luciendo todo el esplendor de su triunfo y se arrojó con su herrumbrosa armadura a los pies de Amata, que era la mujer más buena y más hermosa que jamás había conocido. Exaltado por el éxito, le suplicó que le entregara su corazón, y Amata comprendió que por fin había encontrado a un hombre digno de ella. Las tres brujas y el caballero bajaron juntos de la colina, agarrados del brazo, y los cuatro tuvieron una vida larga y feliz, y ninguno de ellos supo ni sospechó jamás que en las aguas de aquella fuente… no había ningún sortilegio.”

Este pertenece a uno de “Los cuentos de Beedle el Bardo”, que esta lleno de aventuras plenas de sentido y de significado. Hoy en día, las historias ya no nos hablan tanto de los poderes mágicos que nos salvan la vida, sino de los poderes que cada uno lleva adentro para poder sanar su propia historia.

¿Qué es lo que mas rescato de esta historia? El valor de cada uno de los personajes, su caridad, su esperanza, su trabajo en equipo, la confianza entre ellos, la lealtad, el amor y la entrega.

En primer lugar, las tres brujas saben que unidas pueden lograr mucho mas que separadas. Tres brujas son mas poderosas que una. Una fuente que sana todos nuestros males es algo muy atractivo y por qué no, tentadora. Cada una pretende sanar su propia circunstancia, una enfermedad, un arrebato de la desfortuna, un desamor, etc. Y cada una luchara por encontrar una solución a esa desdicha. Esa es la primer trampa de esta leyenda. Muchas veces la creencia de algo que nos sana, termina generando su efectividad.

Cuando se abre una grieta en el muro que lleva al jardín de la Fuente, parece suceder un evento accidental, donde se terminan enredando las 3 brujas y el joven Sir Desventura. Claro que no existen los accidentes y aunque en este caso, existan fines literarios, en la vida sucede lo mismo, solo que los accidentes forman parte de nuestra conflictiva literaria existencial. Todos los accidentes parecería que suceden para algo en nuestra historia. Y desentrañemos un poco los 3 ejercicios del camino hacia la Buena Fortuna.

En primer lugar, para llegar a la Buena Fortuna se debe “entregar la prueba de nuestro dolor”. Todos tenemos nuestro propio dolor, las cosas que nos duelen, que nos lastiman. Para poder alcanzar la Buena Fortuna, debemos entregarlas, debemos sacarlas, dejarlas salir, que fluyan como lagrimas que nos permiten descargar con nuestro cuerpo las angustiosas sensaciones que vienen de lo profundo de nuestro ser. A veces el arma mas poderosa no nos sirve para nada, cuando se trata de dejar fluir nuestro dolor. Poder llorar es poder aceptar nuestra situación, poder reconocerla, para luego entregarla y poder solucionarla y dejarla ir.

En segundo lugar, llegamos a la Buena Fortuna, “entregando el fruto de nuestros esfuerzos”. Claro esta que podemos pedirle a una estrella que cumpla nuestros sueños. Sin embargo, mientras la estrella trabaja para nosotros, nosotros debemos trabajar para ella. Trabajar para esa estrella implica ser consecuente con nuestros deseos. Día a día, minuto a minuto, vamos eligiendo formas de ir creciendo como personas y construyendo con nuestro esfuerzo nuestro sueño.

Ya no se trata de que alguien nos toque con una varita mágica, sino en saber que cuando tenemos una decisión y luchamos por un sueño, las puertas se abren de par en par. El sudor es también una liberación, es una refrigeración de nuestro cuerpo. Y no solo el esfuerzo es una actividad sino que al mismo tiempo tiene sus frutos. Todo lo que hacemos y sembramos, florece. Todo lo que hacemos da sus frutos. Somos nosotros los que plantamos determinadas semillas antes que otras. No nos podemos “quejar” de lo que cosechamos, cuando hemos sembrado amarguras, traiciones, olvidos, heridas. Son leyes. Uno cuando quiere comer manzanas, sabe que tiene que comprar las semillas de un manzano. ¿Muy obvio? Entonces no nos deberíamos quejar tanto, ¿no?

El tercer obstáculo que plantea el Jardín de la Fuente, es “entregar el tesoro de nuestro pasado”. El pasado es un tesoro que muchas veces lo coleccionamos como si fuera lo mas preciado que hemos tenido en nuestra vida. Pero nunca podemos abrir el regalo que viene en el “presente”, en el ahora que es un regalo, y menos podremos descubrir los otros tesoros que se quedan ocultos en el futuro porque nadie se alienta a desenterrarlos.

El pasado es parte de nosotros y siempre estará en nuestro ser. Pero solo desprendiéndonos de él, podemos abrir las ventanas para que entre esa brisa primaveral con la que llegan las personas a nuestra vida, nuevas relaciones, nuevos trabajos, nuevos sucesos. Si atesoramos tanto el pasado, cómo esperamos que este cambie, si lo que hacemos es buscarlo siempre a él. Solo entregando nuestro pasado, como un regalo de nuestra existencia, entregando nuestro pasado como aprendizaje, como vivencia, como recuerdo, podemos abrir las puertas al Jardín de la Buena Fortuna.

Y finalmente, lo que nos hace colma de sentido es poder compartir con los demás y entregarnos por alguien o por algo. Cuando la bruja Asha cae al suelo, inconscientemente Altheda despliega sus dones para formar una poción que la haga recuperar. Toma confianza en ella misma para ayudar a su amiga. Esta entrega le proporciona a Asha, quien antes había entregado su sufrimiento con sus lagrimas, el bienestar que ella necesita. Y una vez curada, ya se siente feliz. Y entrega su lugar a otra de sus amigas. No pretende seguir buscando y buscando y buscando mas felicidad. Ahora se ha liberado de su enfermedad y festeja la vida, cediendo por una amiga.

Sintiendo como su voluntad de sentido vence sobre la ambición de poder.

Al mismo tiempo, la enfermedad de Asha ha sido una maestra para Altheda, ya que le ha permitido descubrir sus dones y poder desarrollarlos para ayudar a los demás y a ella misma. Es con el fruto de su esfuerzo, de su poción, a través de la ayuda a los demás que descubre su felicidad.

Y por ultimo, Amata se ha liberado de sus angustias amorosas cuando las entrega para seguir su camino. Y en los desfortunios amorosos, sucede que toda la vida depende de esa persona, de esa situación, de ese encuentro. Amata se ha liberado de esta angustia y ha sabido lograr un aprendizaje con ella. A partir de este aprendizaje, Amata deja al desafortunado caballero que atraviese la fuente. El caballero lo único que necesita para cambiar su destino, es confiar en él mismo. A lo mejor lo logra desde un engaño, una pequeña mentira que él mismo se cree. Esta entrega los une como pareja que descubre el sentido del amor y del caminar juntos en el día a día.

El poder de cambiar las situaciones vive dentro de nosotros, de lo que somos capaz de dar y de recibir, de pedir ayuda y de brindar ayuda, de ser leales con quienes nos rodean, de formar equipos plenos de sentido que busquen brindarse unos a otros. Es solo unos con otros que podemos crecer como personas. Si uno busca su Buena Fortuna por si mismo, será mucho mas difícil sino imposible hacerlo que si lo hace con quienes confía, con quienes no traicionan. Ya que la Buena Fortuna no es un privilegio de uno solo, sino que se contagia y se expande a quienes pueden brindarla y compartirla. La Buena Fortuna se da cuando cada uno encuentra su lugar y cuando descubre que la magia vive dentro de cada uno….

“Y ninguno de ellos supo ni sospechó jamás que en las aguas de aquella fuente… no había ningún sortilegio”

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